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Innovación e inclusión de la muerte en educación
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Temas y citas

Aborto
Cerebro
Fin de la vida
Injusticias
Bien, facilidad, felicidad, júbilo, necesidad...
Liberación
Paz
No-Bien
Amor
Sexo-Erotismo
Relatividad
Diversidad
Conocimiento
Verdad
Matar
Fenómeno y conocimiento del fenómeno
Miedo
Paradoja del miedo a la muerte
Mitos
Ritos
Tiempo
Vivos y muertos
Vivos como muertos
Vida y muerte
Vida=Muerte
Ciclo vida-muerte
Orientación para la escritura y la poesía
Aborto
En el County Hospital hay un sistema de definiciones y medidas de peso encaminado a describir el estado de los fetos. De acuerdo con su peso, medida y periodo de gestación, hasta el periodo del parto (o cuando es expelido) el feto puede ser considerado “humano” o no. En el County la línea divisoria son 550 gramos, 20 centímetros y 20 semanas de gestación. […] Cualquier criatura que tenga dimensiones mayores o mayor edad “embriónica” es considerada humana, y si “nace” sin signos de vida, o con signos de vida que dejan de observarse en algún momento posterior, no puede legalmente ser tirado por el toilette, sino que se le debe tributar la despedida ritual propia de la raza humana. […]
En el Cohen existe una práctica similar. Si la criatura respira o llora, este hecho se toma como evidencia de su humanidad y permite considerar su posible vida o muerte como las de otros seres humanos (D. Sudnow, 1971, pp. 131-133).
Aceptar que se puede matar cualquier criatura viva, en especial una que más tarde tal vez se convertirá en bebé, es problemático y doloroso, pero hemos rechazado los extremos de “siempre” y “nunca”, y eso nos coloca, querámoslo o no, en la pendiente resbaladiza. Si tenemos que optar por un criterio de desarrollo, aquí es donde hay que trazar la raya: cuando se hace posible un mínimo asomo de pensamiento característicamente humano.
Se trata, en realidad, de una definición muy conservadora: rara vez se encuentran en un feto ondas cerebrales  regulares. Serán útiles nuevas investigaciones (también comienzan tardíamente las ondas cerebrales bien definidas durante la gestación de fetos de babuinos y ovejas). Si pretendemos que el criterio sea todavía más estricto para tomar en consideración el desarrollo cerebral precoz de algún feto, podemos trazar la raya a los seis meses (C. Sagan, 1999, p. 229).
Cerebro
“la muerte es el coma metabólico irreversible» (T. Leary, 1991, p. 37).
Es esencial hacerse cargo de que aquí identificamos muerte con muerte del cerebro. Con las técnicas modernas de supervivencia, un cuerpo puede mantenerse ‘vivo’ durante meses, a pesar de la muerte cerebral, cosa que puede verse con toda seguridad en la “horizontalidad” del EEG (J.C. Eccles, 1986, pp. 259, 260). 
«En la fisiología moderna se piensa que el cerebro y las células siguen vivos dos o tres días. Quizá en algunos muertos la conciencia no está muerta del todo” (T. Deshimaru, 1982, p. 43). 
Fin de la vida
“La muerte transforma una vida en destino” (A. Malraux).
«Cuando en el extremo de los trabajos no sucede el de la muerte, que es el último de todos, ha de seguirse la mudanza, no de mal a mal, sino de mal a bien y de bien a más bien» (M. de Cervantes Saavedra).
“La muerte, siendo un hecho universal, es, a la vez, tan personal que de ella cabría decirse que es el momento en que espiritualmente se condensa la vida humana” (Ganivet).
«La muerte es el fin de una prisión oscura para las almas nobles; es angustia para las otras que han puesto en el fango toda su solicitud» (F. Petrarca).  
“No hay mayor ego [temporal] que desear o prometer la vida eterna” (A.H.).
“No: no quiero nada. Ya dije que no quiero nada. ¡No me vengan con conclusiones! La única conclusión es morir” (Álvaro de Campos, 1923).
Injusticias
Otras representaciones más o menos «sublimes» que glorifican la creación, el pensamiento, la ideología, la ciencia, donde cada uno encuentra con reconocimiento la prueba del alto destino al que lo predestina la organización: ser una marioneta guiada por los hilos de un tirano perverso, figura gloriosa y abyecta del poder (Claire, 1977, p. 63).
«Ni los muertos pueden descansar en paz en un país oprimido» (F. Castro).
«Nos complace reposar en la sociedad de nuestros semejantes; miserables como nosotros, impotentes como nosotros, no nos ayudarán: moriremos solos» (B. Pascal).
Es muy asombroso que no haya abandonado aún todas mis esperanzas, pues parecen absurdas e irrealizables. Sin embargo, me agarro a ellas, a pesar de todo, pues sigo creyendo en la bondad innata del hombre. Me es absolutamente imposible creer construirlo todo sobre una base de muerte, de miseria y de confusión (A. Frankl).
«La muerte no es nada. Lo que sí importa es la injusticia» (A. Camús).
«La muerte es más dulce que la tiranía» (Esquilo).  
Bien, facilidad, felicidad, júbilo, necesidad...
«Morir es una ley, no un castigo» (L.A. Séneca).
“La muerte no es un castigo. Los animales, que nada han infringido, puesto que nada les ha sido mandado, mueren lo mismo que nosotros” (Littré) 
«Pero, ¿quién conoce su ley?» (Chuang Tse).
«Sin duda, morir debe ser el mejor de todos los actos humanos» (F. Chopin).
“La muerte es el mayor de los bienes, tal vez el único bien. Casi vale la pena ir con existencia miserable por gozar al fin del sublime privilegio de morirse” (A. Nervo).
“La muerte en modo alguno es un mal. No obstante, opinamos todo lo contrario. Esto sí que es un verdadero mal” (Epicteto).
“La muerte no es un mal, porque libra al hombre de todos los males y, juntamente con los bienes, le quita los deseos” (Leopardi). 
En el segundo de los Libros Interiores (Nei Piang) del “Zhuang zi”, clásico taoísta compuesto por el maestro Zhuang durante la época Zhang guo (siglos -IV y -III), se pone en boca de Wang Ni este pensamiento: «‘¡Portentoso ser es el hombre perfecto! […] Vida y muerte les son indiferentes'» (Zhuang zi, 1996, pp. 50, 51).
«El ser humano es un reflejo de la Consciencia Pura. Cuando uno disuelve su ego en la Consciencia, vivir o morir carece de importancia» (R.A. Calle, 1997, p. 164).
“Otros lamentan la muerte necesaria: yo creo en ella como la almohada y la levadura, y el triunfo de la vida” (J. Martí).
El pez que del agua sale / aun de alivio no caresce, / que en la muerte que padesce, / al fin la muerte le vale (San Juan de la Cruz, 1991, p. 10).
“No hay nadie que pueda probarme que la muerte es mala” (J.L. Coll, 1976, p. 197).
“¿Me pregunta usted que dónde está la Felicidad? Pues mire: siga usted todo esto recto, recto, recto. Y al final” (J.L. Coll, 1976, p. 249).
“Nacer es fácil. Y vivir también. Y morir también. Pero, ¿y luego? (J.L. Coll, 1976, p. 221).
“Morir: eso sí que es fácil” (J.L. Coll, 1976, p. 248). 
“La muerte es júbilo, reanudamiento, tarea nueva” (J. Martí).
“Novia amable es la muerte, y no bruja famélica” (J. Martí).
Liberación
Es injustificado el temor a la muerte. Ésta es el fin de toda angustia, el más tranquilo sueño, el eterno descanso. El que ha gozado debe retirarse de la vida como huésped satisfecho, recibir gustoso a la que viene a cortar el hilo de sus desventuras. Sabemos todos que es indispensable morir, y no debe la hora del morir preocuparnos. No hay nada para nosotros más allá del sepulcro (Lucrecio) [R].
“El desgraciado que supo soportar bien su vida sabrá soportar mejor su muerte. Cuando se pasa una mala noche, se aguarda el día con alegría” (Mme. Lelevreur). 
“Las penas de la vida ayudan a soportar la idea de la muerte, y la idea de la muerte ayuda a soportar las penas de la vida” (P. de la Lozere).
“La muerte es el mayor de los bienes, tal vez el único bien. Casi vale la pena ir con existencia miserable por gozar al fin del sublime privilegio de morirse” (A. Nervo)
“El mundo es una posada, y la muerte es el final del viaje” (Dryden).
“La vida puede ser una posada, un camino, una parada, un tránsito, un puente, un pozo… Eso depende de cada uno” (de la Herrán, A. )
“Morir es volver lo finito a lo infinito” (J. Martí).
«-Hermano: no nos preocupemos por el mañana. Aprovechemos este soplo de vida. Mañana todos abandonaremos esta posada y nos pareceremos a los muertos de hace diecisiete mil años» (O. Khayyam).
“No es tormento la muerte, sino fin de tormentos” (Salustio).
“La muerte es puerto de todos los dolores” (P.A. de Alarcón).
«Si soy tan desdichado, hay un puerto seguro: la muerte… Así que nada es difícil en la vida. Cuando quieres, sales de ella y ya no te molesta el humo» (Epicteto).
Cuanto más pienso en ello, más cuenta me doy de que la muerte, por la gran invasión e intromisión de todo lo nuevo que representa en nuestro desarrollo individual, es una liberación y un alivio, aun a pesar de lo que tiene de esencialmente doloroso (por ser esencialmente renovadora y desasidora) (F. Kelly Nemeck, O.M.I., 1985, pp. 121, 122).
“No viviera con esperanza de descansar si no esperara la muerte” (F. de Quevedo).
«Yo camino entre vosotros como dios incorruptible, librado de la muerte para siempre» (Empédocles).
Partimos cuando nacemos, / andamos mientras vivimos, / y llegamos / al tiempo que fenecemos; / así que cuando morimos, / descansamos (Jorge Manrique) /(en R. Gómez de la Serna, 19161, p. 27).
Paz
«Arrepentirse del pasado, aburrirse del presente, temer el futuro: eso es la vida. Sólo la muerte, a quien está confiada la sagrada renovación de las cosas, me ofrece paz» (U. Foscolo).
[La muerte] «restablece la calma en la conciencia» (T. Deshimaru, 1994, p. 63).
No-Bien
“Si la muerte fuera un bien, los dioses no serían inmortales” (Safo).
“¡Oh por todas partes terrible de la muerte, única en no tener excepción!” (B. Gracián).
“Si mala vida os quité, / buena sepultura os di” (R. Gómez de la Serna, 1961, p. 121).
“He meditado frecuentemente sobre la muerte, y encuentro que es el menor de todos los males” (F. Bacon).
Amor
A.Machado: “Sé que voy a morir /porque no amo ya nada” (en G. Hernández Rodríguez, 1999, p. 39).
«¿Quién ha podido dar al amor su nombre? Debía haberlo llamado simplemente muerte» (Kiyohara).
«Pensó el amigo en la muerte, y tuvo miedo hasta que recordó a su amado. Y gritó a la gente que tenía delante: ¡Ah, señor! Amad, pues no temeréis muerte ni peligro en tanto honréis a mi amado” (R. Llull).
«¡Cuánto amor hemos soportado, cuánto frío, para creer en la muerte como en un sueño de horas profundas!» (S. Quasimodo).
“Cuando ningún grado de amor tiene el alma, está muerta” (San Juan de la Cruz, 1991, p. 611).
Sexo-Erotismo
El sexo y la muerte son los dos tributos que pagamos al progreso evolutivo. Son dos fenómenos complementarios, pero sorprendentemente contrastados. El primero transcurre en medio de la alegría, el placer y la esperanza; el segundo en el sufrimiento, el horror y la nada (J. Ruffié, 1988, p. 273).
«El sexo y la muerte: la puerta de delante y la puerta de atrás del mundo» (W. Faulkner).
«Pues he sepultado en tu cuerpo /  gran parte de mi fuerza viril /  y he muerto innumerables veces /  sobre tu vientre» /  (C. Rodríguez Sanz, 1976, p. 455).
En ese ácrono instante / que precede a la vida / y es antecámara de la muerte, / tu amor y mi amor / se vencen (I. González).
“Pero como decía el otro: ‘la vida es sólo una enfermedad de transmisión sexual’, evidentemente crónica y mortal de necesidad. Sin embargo, siempre mueren los otros” (S. Marqués Andrés, y R. Oslé Rodríguez, 1998, p. E.2).
«Los gusanos probarán esa virginidad tan preservada» (Marvell).
¡Oh, muerte siempre presente, te conjuro para que llegues por sorpresa, pues te amo demasiado y la voluptuosi¬dad de tu abrazo supera mi voluptuosi¬dad de vivir! Rilke dice que todos mori¬mos de nuestra propia muerte: eso es absurdo, todos vivimos de nuestra pro¬pia muerte. Que la deseemos escondi¬da no quiere decir que no la veamos cada día con su vestido fantástico. Día tras día, oh, muerte, te veo más descon¬certante, más fabulosa, más extraña, y una curiosidad fatal se apodera de mí, tan vertiginosa como la alegría de exis¬tir (Dalí, 2004).
Relatividad
«A la vez, la muerte es grande como la montaña y leve como el cabello» (japonés).
La vida y la muerte son, de hecho, una sola y la misma cosa, y se puede afirmar, según te coloques en distintos puntos de vista, que toda muerte no es más que un proceso y una transformación de la vida, o bien que toda vida no es más que una actividad de la muerte. Ambas son en realidad una misma energía cuya actividad se nos manifiesta bajo dos aspectos complementarios (en Satprem, y L. Venet, 1990, p. 113).
¡Oh, Señor, envíanos la muerte que nos sea propia, / la muerte que brota de cada vivir / y en la que cada uno tiene amor, necesidad y / sentido. / Pues nosotros somos sólo la corteza y la hoja. / La gran mente que todos en nosotros llevamos / es el fruto en torno del cual todo gira…! (R.M. Rilke).
Definición de mortalidad: “Parte conocida de la inmortalidad” (A. Bierce, “El diccionario del diablo”).
“La inteligencia organiza al mundo organizándose a sí misma” (Piaget). Se desprende de ello que somos, inevitablemente, el centro de la realidad. Pero esto debe percibirse con rigor, es decir, relativamente (de la Herrán, A.).
Diversidad
«La diversidad es la vida, la uniformidad es la muerte» (Benjamin Constant).
«La uniformidad es la muerte, la diversidad es la vida» (M. Bakunin).
“Si al morir nos unimos, debiéramos intentar vivir juntos” (de la Herrán, A.).
“La Unión, la verdadera unión, no confunde, diferencia” (Teilhard de Chardin).
Conocimiento
“Esforcémonos en cultivar lo humano, en enseñar las verdaderas humanidades y olvidémonos de estas supuestas utilidades, que acaban sirviendo a la agresión, al dominio, a la muerte del saber” (E. Lledó, 1999, p. 79).
El texto es de Walter Benjamin y convendría que se lo metieran nuestros pedagogos en la cabeza, también los programadores de planes de estudios y los ministros de educación: Al orientar desde un principio a los estudiantes hacia fines profesionales, se deja necesariamente escapar como algo estimulador el poder inmediato de la creación. La misteriosa tiranía de la idea de la utilidad, de la profesión, del ganarse la vida es la más profunda de las falsificaciones y la muerte más profunda del futuro conocimiento. Lo que tiene de más terrible es que todas esas falsificaciones, sobre todo la de la utilidad, llegan al centro de la vida creadora aniquilándola y, desde que la vida de los estudiantes está sometida a la idea de utilidad y de profesión, semejante idea excluye la ciencia, excluye el progreso, excluye la sabiduría, excluye el conocimiento e incluso excluye la misma realización del mundo moderno (en E. Lledó, 1999, p. 80).
Todos queremos saber cómo es la muerte, aunque pocos estén dispuestos a admitirlo. Sea por anticipar los acontecimientos de nuestra enfermedad final o para comprender mejor lo que le está sucediendo a una persona amada en trance de muerte […] todos tendemos a pensar sobre el final de la vida. (S.B. Nuland, 1995, p. 15).
Definición de mortalidad: “Parte conocida de la inmortalidad” (A. Bierce, “El diccionario del diablo”) [R].
Verdad
«Ir a la muerte, olvidando calma y comodidad. ¡Pero decir la verdad, aun sólo por tres minutos! ¡Sólo tres minutos! ¿Qué importa que después nos maten?» (E. Evtuchenko).
«La verdad de este mundo es la muerte» (L.-F. Céline).
Jorge Guillén: “La palma presume monda / la calavera inminente. / si la tez dice que miente / el tacto en este barrunto / […] / palpa el hueco ya difunto” / (en E. Soler, 1992, p. 108).  
Matar

 

«Siempre es así. Se muere. No se comprende nada. No se tiene nunca tiempo de aprender. Te empujan al juego, te enseñan las reglas y, a la primera falta, te matan» (E. Hemingway).
“Mal se remedia una muerte con otra, y más cuando las injurias no proceden de malicia” (M. de Cervantes).
“La pena de muerte sólo se ha perpetuado por una especie de crimen legal” (F.R. Chateaubriand).
«Sólo reclamo la muerte de quienes son culpables, y se me nombra verdugo» (F. Dürrenmatt).
«Aunque declaremos muerto a Dios y aunque hayamos matado a padre y a madre y suprimido al tirano, nos queda en el corazón una cuenta por saldar. ¿Pero a quién?» (S. Le Claire, 1977, p. 48).
Hay que “matar a la muerte” (J. Sádaba, 1991).
“Pero la muerte no está viva. Sólo está inédita para la conciencia ordinaria” (A. de la Herrán, 1997b, p. 28).
Expulsar la muerte o matar la muerte; pero, por otro lado, se la representa como esqueleto, como si, en cierto sentido, también estuviera muerto. As dead as death. «Nada está tan muerto como la muerte; nada es más bello que la belleza misma». Es ésta la representación (Bild) bajo la cual se piensa la realidad (Realität): la belleza, la muerte, etc., son las sustancias puras (concentradas) mientras que, en todo objeto, están presentes y mezcladas (G. Albiac, 1991, p. 69).
Fenómeno y conocimiento del fenómeno
“Temes nombrar a la muerte, como si su solo nombre fuera cosa de augurio funesto. Sin embargo, mal puede haber augurio funesto en lo que no hace más que expresar un acto de la naturaleza” (Epicteto).
“¡Desgraciadamente es verdad que los que se mueren no se vuelven a ver” (J. Martí).
“La muerte solitaria es imponente; la muerte urbana es ridícula” (J. Martí).
“Mientras la muerte es más natural, es más bella” (J. Martí).
Nunca se ha comprendido, por muy elemental que ahora resulte, que el ser humano es sencillamente un animal más, de entre los más de catorce millones de especies existentes en este planeta; y que hubo un tiempo en que no existió y que habrá otro en que dejará de existir. Que su capacidad mental es producto de la evolución, es de orden natural, no sobrenatural, y termina con la muerte (A. Álvarez, 2005, p. 203).
“La muerte es seria y debe ser tratada seriamente” (J. Martí).
“La muerte sólo será triste para los que no hayan pensado en ella.” (F. de S. de la M.-Fénelon).
“Ninguno de nosotros parece ser capaz, psicológicamente, de enfrentarse a la idea de ‘estar muerto’, a la idea de una inconsciencia permanente en la cual no hay ni ausencia ni vacío, en la que simplemente no hay nada” (S.B. Nuland, 1995, p. 15).
Las cosas que pasan no perturban a los hombres, sino las opiniones que se tienen de las cosas: por ejemplo, la muerte no es terrible, porque si así fuese así lo hubiese percibido Sócrates. La opinión de que la muerte es terrible es lo terrible (Epicteto).
Las cosas que pasan no perturban a los hombres, sino las opiniones que se tienen de las cosas: por ejemplo, la muerte no es terrible, porque si así fuese así lo hubiese percibido Sócrates. La opinión de que la muerte es terrible es lo terrible (Epicteto).
“Lo terrible de la muerte es el misterio que la envuelve» (Manero).
Temer a la muerte es atribuirse un saber que no se posee (Platón, adaptado).
“La muerte en modo alguno es un mal. No obstante, opinamos todo lo contrario. Esto sí que es un verdadero mal” (Epicteto)
«Quien no sabe qué es la vida, ¿cómo puede saber qué es la muerte?» (Kung Fu Tsé). 
“Es más fácil soportar la muerte sin pensar en ella que el pensamiento de la muerte sin peligro” (B. Pascal).
“La muerte es algo tan tremendamente airado, que sólo la desnudez, la elemental desnudez, puede escindirla del ridículo” (C.J. Cela).
«No me disfraces la muerte» (Homero).
“Hay multitud de pruebas de que los niños tienen un conocimiento interno de la muerte” (E. Kübler-Ross, 1993, p. 166).
En el clásico Chuang tzu (1977) se dice: “La Gran Masa me ha cargado con la carga de mi cuerpo, me ha agobiado con esta vida, me jubila con la vejez y me extingue con la muerte. Si me es buena al darme la vida, al darme la muerte me debe ser también buena” (p. 231).
Miedo
«¡No tengáis miedo!» (Lucas, 24,36; Mateo, 28,10).
«No se ha de temer a la pobreza, ni al destierro, ni a la cárcel, ni a la muerte. A lo que hay que temer es al propio miedo» (Epicteto).
“Más espanta el aparato ligado a la muerte que la muerte misma” (F. Bacon). 
«¿Es que no sabes que, para el hombre, la fuente de todas las miserias no es la muerte, sino el miedo a la muerte?» (Epicteto).
«[A la muerte] es más cruel temerla que sufrirla» (La Bruyere).
Es injustificado el temor a la muerte. Ésta es el fin de toda angustia, el más tranquilo sueño, el eterno descanso. El que ha gozado debe retirarse de la vida como huésped satisfecho, recibir gustoso a la que viene a cortar el hilo de sus desventuras. Sabemos todos que es indispensable morir, y no debe la hora del morir preocuparnos. No hay nada para nosotros más allá del sepulcro (Lucrecio). 
“Los animales son buenos maestros en el arte de morir. El ser humano no les supera en estilo y elegancia. Ello se debe a que carecen de nuestra imaginación y de la consiguiente preocupación por lo que pueda suceder después” (V.J. Wukmir)
“El hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos” (Pitágoras).
“Cuando no se teme a la muerte, se la hace penetrar en las filas enemigas” (Napoleón Bonaparte).
«Quien no teme a la muerte no teme las amenazas» (P. Corneille).
«Quien no teme a la muerte no teme las amenazas» (P. Corneille).
“Mejor es morir de una vez que vivir temiendo la vida” (Esopo).
En una ocasión, en el escenario bélico, Max Begouën preguntó a su amigo Pierre Teilhard de Chardin cómo conseguía estar tan tranquilo, éste le contestó: «‘La muerte no es más que una transformación de nuestro ser'» (H. de Terra, 1967, p. 94).
A. Kardec (1970) decía: «El miedo a la muerte es para muchas personas causa de perplejidad. ¿De dónde procede ese miedo, puesto que ante sí tienen el porvenir?» (p. 240). 
“No teme a la muerte quien sabe despreciar la vida” (Catón). 
No hay que temer a la Muerte -viene a decirnos [Teilhard de Chardin]-no por el hecho de despreciar la Vida, sino porque aquélla no es sino una consumación definitiva de nuestra entrega a Dios, una entrega que, si vivimos de acuerdo con su Amor, hemos empezado ya en esta vida, pero que no fructificará completamente sino en la misma fusión con el Amor […] (M. Crusafont Pairó, 1967, p. 15).
«El valor es el efecto de un grandísimo miedo. En efecto, cuando tenemos gran miedo a morir, nos dejamos cortar una pierna valientemente» (F. Galiani).
Sin razón sienten ese miedo, pero qué quieres, se procura persuadirles durante la juventud de que hay un infierno y un paraíso, pero es más seguro que irán al infierno, porque se les dice que aquello que es natural es un pecado mortal para el alma. Cuando llegan a grandes, si tienen algún raciocinio, no pueden admitirlo y se hacen ateos o materialistas, y es así como se les induce a creer que fuera de la vida presente, nada existe. En cuanto a los que han persistido en sus creencias de la infancia, temen ese fuego eterno que ha de quemarlos sin destruirlos (A. Kardec, 1970, p. 240).
Usted dice que le tiene miedo a la muerte. Dado que no puede experimentarla, la teme. La muerte es lo desconocido y usted teme a lo desconocido. ¿Es eso? Ahora bien, ¿puede sentir miedo de aquello que se desconoce? Si algo es desconocido para usted, ¿cómo puede atemorizarle? En realidad no le aterroriza lo desconocido, la muerte, sino la pérdida de lo conocido, porque eso podría causarle dolor o quitarle su placer, su gratificación (J. Krishnamurti, 1994b, p. 34).
En el segundo de los Libros Interiores (Nei Piang) se pone en boca de Wang Ni: «‘¡Portentoso ser es el hombre perfecto! […] Vida y muerte les son indiferentes'» (Zhuang zi, 1996, pp. 50, 51)
“El miedo a la muerte es la causa principal de la gran diferencia de interés y de atención que se concede a la previda (más acá) y a la posvida (más allá)” (de la Herrán, A.).
“Tengo miedo de morir antes de haber sufrido bastante” (J. Martí, 1965, p. 191).
Paradoja del miedo a la muerte
“La muerte no es nada para nosotros, porque cuando nosotros estamos la muerte no está, y cuando ella viene nosotros y no estamos” (Epicuro).
“No es la vida quien muere: es su dolor” (F. Rielo, 1999, p. 88). 
Diógenes Laercio: “Si existimos nosotros, ella no existe todavía, y si existe ella, ya nosotros no existimos” (en R. Gómez de la Serna, 1961, p. 23). 
«La muerte no os concierne ni muerto ni vivo; vivo, porque sois; muerto, porque ya no sois» (M.E. de Montaigne).  
“La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos (A. Machado).
«La muerte no puede ser pensada porque es ausencia de pensamiento. Por lo tanto, hay que vivir como si fuésemos eternos» (A. Maurois).
De Heráclito a Parménides se consolidará como tópico ineludible del pensar griego; paradoja cerrada, perfecta, definitoria del terreno de una disciplina necesariamente circular, eukúklos: ¿cómo enunciar lo que fue, lo que será, aquello que no ha sido sino para dejar de serlo y que no es, cuando lo enunció, nada ya sino recuerdo, nada? (G. Albiac, 1996, p. 21).
“No hay encuentro con la muerte. Sólo mueren los otros. Y su alteridad es garantía de mi exención respecto de esa muerte que a ellos los arrebata porque, de algún oscuro modo, la merecen” (G. Albiac, 1996, p. 69).
Mitos
“Mientras no hagamos estéticas, es decir, mitológicas, las ideas, ningún interés tendrán para el pueblo, e inversamente: mientras la mitología no sea racional, el filósofo tiene que avergonzarse de ella” (G. Albiac, 1996, p. 47).
¿Cómo nació la muerte? La muerte es anterior a Adán.
Según la leyenda, Satán, al ser arrojado del cielo, mientras descendía hacia la eterna noche del infierno, tenía la mirada vuelta hacia lo alto y fija en el ángel que le había denunciado, volviéndose más horrible su mirada a medida que se abismaba en las simas oscuras, y era una mirada tan agresora que el ángel denunciador empalideció tanto –nunca volvió el rosa a sus mejillas- que quedó convertido en el Ángel de la Muerte, ángel que hubiera sido sólo una alegoría si la serpiente no hubiera tentado a Eva y ella a Adán, pues Dios les había dicho: “En el día que comiéreis del árbol de la ciencia, del bien y del mal, moriréis con muerte”.
Todo viene, pues, de ese Ángel terrible y la Muerte se pasea por la Historia Sagrada y por fin forma las aleluyas tragicómicas de la Danza Macabra (en R. Gómez de la Serna, 1961, p. 37).
Toda mitología ha nacido de la muerte. Todas las divinidades que vieron el desfile de los siglos desde encima de los dólmenes, que penetraron después en los templos majestuosos de civilizaciones refinadas, y que aún tienen un refugio a la vera del lar aldeariego, han nacido de la muerte. La muerte los engendró, la noche los recogió, los perfiló, los cuidó, y una les sirvió de madre y otra quiso servirles de nodriza (en L.A. Cuenca, 1976, p. 11).
Tánatos, genio masculino alado y personificación de la muerte entre los antiguos griegos, aparece en la Illíada como hermano del sueño. También en Hesiodoro las keres son consideradas hijas de la noche: «La noche dio a luz a la diosa Moras (es decir, Moira) y a la oscura Ker y a Tánatos. Dio a luz al sueño y con él a toda la raza de sueños, y a ella los concibió sola, sin unirse con nadie» (V. Civita, 1974).
Gilgamesh, ¿a dónde corres?
 La vida que tú buscas no la podrás encontrar.
 Cuando los dioses crearon al hombre,
 Le reservaron la muerte
 Conservando en sus manos la vida.
¡Oh Gilgamesh, llena tu vientre,
date al placer de día y de noche,
alégrate en todo momento,
baila y canta de la mañana a la noche!
¡Haz que tus vestidos estén limpios
lava tu cabeza, báñate en el agua!
¡Cuida al pequeño que tiene tu mano
y haz que tu esposa esté contenta en tu seno!:
Éste es el destino de la humanidad
(en S. Moscati, 1960, p. 51)
 Tiene que ser verdad eso del Ángel
 o eso del demonio y lo del Juicio,
 tiene que haber un Juicio
o una Rifa Final de alguna cosa
porque la Muerte no hace nada a tontas ni a locas
(G. Fuertes, 1972)

«Los zulúes no miran al interior de un pozo oscuro, pues piensan que en él hay un animal que se apoderaría de sus imágenes reflejadas en el agua y así ellos morirían» (J.G. Frazer, 1997, p. 233).
Cuando algún basuto muere de repente y sin causa aparente, sus familiares afirman que algún cocodrilo cogió su reflejo al cruzar alguna vez un río. En la isla Saddle, de la Melanesia, hay una laguna ‘donde si alguien mira, muere; el espíritu maligno se apodera de su vida por medio de su reflejo en el agua (J.G. Frazer, 1997, p. 233).
Luego, llegaron los cristianos. Me pregunto qué hemos hecho para merecer la eternización en un dispositivo de creencias, cuyo carácter “ilusorio y garrulo” –las palabras son de Libanio-fuera ya hace 16 siglos irrevocablemente proclamado por Juliano como “la invención de unos hombres compuesta por maldad” que, “al utilizar a fondo la parte del alma amiga de los mitos, infantil e irracional, condujo a un relato monstruosamente contrario a la verdad (en G. Albiac, 1996, p.37).
Ritos
Son ritos todas las conductas corporales más o menos estereotipadas, a veces codificadas e institucionalizadas, que se basan necesariamente en un conjunto complejo de símbolos y de creencias. Los ritos funerarios, comportamientos variados que reflejan los afectos más profundos y supuestamente guían al difunto en su destino post mortem, tienen como objetivo fundamental superar la angustia de muerte de los sobrevivientes (L.V. Thomas, 1991, p. 115).
«No me disfraces la muerte» (Homero)
La consciencia de la muerte, que surge lo más tarde en homo sapiens neanderthalensis, introduce la desolación y el horror en el corazón mismo del puesto egocéntrico, en el centro subjetivo del mundo: desde entonces el ser-para-sí se sabe ser-para-la-muerte, y desde entonces la muerte y los exorcismos contra la muerte -ritos, funerales, enterramientos, cultos, tumbas, plegarias, religiones, salvación, infierno, paraíso-van a marcar toda cultura, todo individuo (E. Morin, 1983, pp. 342, 343).
El respeto que desde siempre han infundido los difuntos da lugar en todos los pueblos de la antigüedad a diversas formas de cultos cuyo fin es aplacarles. En Persia, los parashis (difuntos antepasados) procuraban las lluvias. El culto a los manes (espíritus de los muertos) era practicado por los arios, aun antes que los Vedas, en cuyos textos cultos similares eran celebrados en el invierno, ofreciéndoseles soma y bollos (J.B. Bergua, 1967).
“Cuando la muerte ha igualado las fortunas, las pompas fúnebres no deberían diferenciarlas” (Barón de Montesquieu).
“Quisiera abolir las pompas fúnebres. Hay que llorar a los hombres cuando nacen y no ya cuando mueren” (Barón de Montesquieu).
Un enfermo grave no es conservado nunca en la casa; por falta de lugar y de medios (en particular de personal), aquel o aquella que trabaja de día no se puede de noche convertirse en enfermero o enfermera. Lo ingresan en la clínica y a partir de entonces ya no pertenece más, o pertenece muy poco, a su familia […] Toda esta fase es cosa de médicos, de cuidadores, de tanatólogos […]. El difunto, limpio y bien vestido, apenas será entrevisto por sus allegados en el momento de ser introducido en el ataúd. La ceremonia, religiosa o civil, se ha abreviado. Y la inhumación misma se hace deprisa y corriendo “en la más estricta intimidad” (J. Ruffié, 1988, p. 289).
«Creo que a los muertos les importa poco obtener suntuosas honras fúnebres. Esto no es más que una pompa vana que halaga el orgullo de los vivos» (Eurípides).
«Deja que los muertos entierren a sus muertos» (Lucas).
Para evitar ese aojamiento que llevaría al sepulcro a otro miembro de la familia, se utilizaban varios sistemas.
El más primitivo era simplemente estirar de los dedos de los pies al cadáver, con lo cual –al parecer- se logra cerrar sus párpados. Para mayor seguridad se utilizaba también un pañuelo blanco de punto, ya confeccionado con vistas a tan fúnebres usos, que cubría la faz del muerto (Garrido Torres, 1998, pp. 143, 144)
Tiempo
“La muerte es sólo un viaje por el tiempo” (de la película “Tierra”, de J. Médem, 1995).
El espíritu nunca nació,
el espíritu nunca cesará de ser,
nunca hubo un tiempo en que no existió.
El fin y el principio son sueños.
Sin nacimiento, sin muerte y sin cambios
el espíritu permanece eterno.
La muerte no lo afecta
Aunque parezca su morada
(“Oración Sioux”, en E. Kübler-Ross, 1993, p. 165).
“Morir es seguir viaje” (J. Martí).
“Feliz el que ha muerto antes de desear la muerte” (R. Lehman) 
«La muerte sólo se presenta una vez, pero se anuncia en todos los momentos de la vida” (La Bruyere).
«Sólo se muere una vez, ¡pero por tan largo tiempo!” (Molière).
Recuerde al alma dormida,
avive el seso y despierte,
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando
(J. Manrique).
«Las tumbas se abren a cada instante y se cierran para siempre»
El fin del tiempo: el punto en que todo es memoria (C. Rodríguez Sanz, 1976, p. 346, adaptado).
«¡Una gran cosa vieja, la muerte! (A. Daudet).
“Los años son escobas que nos van barriendo hacia la fosa”
«Lo único que nos separa de la muerte es el tiempo» (E. Hemingway).
Decía F. Nietzsche (1972): «Muchos mueren demasiado tarde, y algunos mueren demasiado pronto. Todavía suena extraña esta doctrina: ‘¡Muere a tiempo!’ Morir a tiempo […] En verdad, quien no vive nunca a tiempo, ¿cómo va a morir a tiempo?» (p. 114).
«Mira que huyes del tiempo, cuando huyes. Pediste plenitud: la muerte pides» (D. Alonso: Corazón apresurado).
La limitación temporaria es una condición de felicidad (S. Kierkegaard, adaptado) y un requisito que proporciona significado a la vida (V.E. Frankl, adaptado).
“Si hubiera un hombre que no pudiese morir, si fuera real la leyenda del judío errante, ¿cómo habríamos de titubear en declararlo el más infeliz?” (S. Kierkegaard).
La reiteración del calendario, el paso de los años, los meses y los días consuelan y tranquilizan. Aseguran que el tiempo vuelve y se repite. Con ellos, lo que el pasado tiene de carga se alivia. Por ellos, el horizonte emerge con nuevos problemas y proyectos, cuya desembocadura siempre es la evolución humana, entendida como cadena temporal de vidas, realizaciones y muertes que trascienden irreversiblemente (I. González).
«Morir es un proceso que lleva su tiempo» (Aurora Bau, de la Asociación Derecho a Morir Dignamente).
«Si nada dura, ¿por qué sólo ella [la muerte] sería eterna? (A. Gala, 1997, p. 122).
“No hay mayor ego [temporal] que desear o prometer la vida eterna” (de la Herrán, A.)
En ese ácrono instante
que precede a la vida
y es antecámara de la muerte,
tu amor y mi amor
se vencen (I. González)
J.M. Sánchez Gey (1977) lo expresa así: “Sólo un segundo de los 86400 de cada día para pensar: ‘He de morir’: ¡Tengo tiempo para salvar el alma!’” (p. 38).
«Deseo paciencia a los impacientes por verme desaparecer. Ya falta menos que antes» (J. Benavente).
“La vida es corta porque uno se da cuenta tarde” (F. Tejedor, en M. de la Herrán, 2005, p. 56).
Vivos y muertos
Carretas, navíos.- Se verá a los muertos llevar a los vivos” (L. de Vinci, 1965, p. 150).
«Los muertos gobiernan a los vivos» (A. Comte).
«El sol de los vivos ya no calienta a los muertos» (A. de Lamartine).
«El sol de los vivos ya no calienta a los muertos» (A. de Lamartine).
«Los salones mienten, las tumbas son sinceras. Pero ¡ay! los muertos, esos fríos recitadores de la historia, hablan en vano a la multitud furiosa que sólo comprende el lenguaje de la pasión viva» (H. Heine).
«Un Maestro y un discípulo fueron a unos funerales. El discípulo preguntó al Maestro, señalando el ataúd: ‘¿Está vivo o muerto?’. El Maestro le respondió: ‘¡No puedo responder, no puedo hablar!’. El Maestro era hábil, ni positivo ni negativo» (T. Deshimaru, 1982, p. 43). 
“Los mejores maestros resultan ser aquellos que sólo has conocido por sus escritos o mensajes, y no por su apostolado, que siempre termina en confesional” (Manu).
«La vida de los muertos consiste en hallarse presentes en el espíritu de los vivos» (Cicerón)
“La muerte es alguien que se retira de sí mismo y vuelve a nosotros. No hay más muertos que los que los vivos llevan dentro” (H. Barbusse).
“La muerte es alguien que se retira de sí mismo y vuelve a nosotros. No hay más muertos que los que los vivos llevan dentro” (H. Barbusse).
«Puesto que hay vivos, no pienses más en los muertos» (J. de la Fontaine).
“El que vive no debe luchar con los muertos” (T. Tasso) 
“Nada es más fácil que censurar a los muertos” (Cayo Julio César)
«La muerte no os concierne ni muerto ni vivo; vivo, porque sois; muerto, porque ya no sois» (M.E. de Montaigne) [R].
Vivos como muertos
«Una vida inútil es una muerte anticipada» (J.W. von Goethe).
«Vale más un instante de vida verdadera que años vividos en un silencio de muerte» (M. Bakunin).
«Hay quienes han muerto a pesar de no haber abandonado el cuerpo»
«Tal es su estado interior y su forma de vida que algunas personas, sin saberlo, están muertas en vida» (C. Vela de Almazán).
Y por ello es tan importante distinguir entre la muerte del cuerpo y la muerte de la persona, porque son fallecimientos bien diferentes: hay personas que viven muertas antes de fallecer, y otras -aunque sean las menos-, después de fallecer, viven muchos años incorporados como referencias o maestros del bien común o del amor universal (Manu)
«Quien no puede experimentar asombro ni sorpresa está, por así decirlo, muerto, tiene los ojos apagados» (A. Einstein).
«Mientras no hayas captado esto: ¡Muere y deviene!, no serás más que un triste compañero sobre una tierra sin luz» (J.W. von Goethe).
J.W. von Goethe: “Mientras tú no sepas cómo morir y volver nuevamente a la vida, no serás más que un triste viajero en esta tierra sombría” (en A. Watts, 1984, p. 123).  
No procede por el tipo de recurso (se puede traducir a cualquiera)
«No preguntes nunca por quién doblan las campanas: doblan por ti» (J. Donne)
Para comprobar el significado de la palabra [KAMINÄQ, muerto], lo llevé a consulta a las comunidades Mam y Q´anjob´al y resultó que lo emplean en los juegos, y significa inhabilitado o suspendido momentáneamente. Con todo esto, la palabra KAMINÄQ tiene dos significados: a: muerto [y] b: suspendido o inhabilitado. Con este estudio sobre “nacer”, “morir” y la palabra “kaminäq” (muerto), se logran vislumbrar semejanzas.
Se ejemplificó sobre la semilla, como principio y fin, a la vez se dijo que era un paso, un puente, reposo, descanso, etc. concuerda perfectamente con lo que se ha dicho sobre la palabra kaminäq, que en los juegos significa suspendido momentáneamente, lo cual implica descanso, compás de espera, reposo (J. Mucía Batz, 1996, p. 36,37).
¡Necios! –decía a los transeúntes. ¿Os movéis para ver muertos? ¿No tenéis espejos por ventura? […] ¡Miraos, insensatos, a vosotros mismos, y en vuestra frente veréis vuestro propio epitafio! ¿Vais a ver a vuestros padres y a vuestros abuelos, cuando vosotros sois los muertos? (M.J. de Larra, 1984, p. 325).
Se ejemplificó sobre la semilla, como principio y fin, a la vez se dijo que era un paso, un puente, reposo, descanso, etc. concuerda perfectamente con lo que se ha dicho sobre la palabra kaminäq, que en los juegos significa suspendido momentáneamente, lo cual implica descanso, compás de espera, reposo (J. Mucía Batz, 1996, p. 36,37).
Hasta hace poco estaba de moda hablar de “la muerte del autor”, pero también esto se ha vuelto basura. El genio muerto está más vivo que nosotros, así como Falstaff y Hamlet son mucho más vitales que muchas personas que conozco (H. Bloom, 2005, p. 33)
Vida y muerte
Atlan: “La vida es el conjunto de las funciones capaces de utilizar la muerte” (en E. Morin, 1983, p. 459).
“Porque la muerte no es otra cosa sino privación de vida, porque, en viviendo la vida, no queda rastro de muerte” (San Juan de la Cruz, 1991, p. 793).
«En esta vida es fácil morir. Construir la vida es mucho más difícil» (V. Maiakovski).
«Si quieres poder soportar la vida, debes estar dispuesto a aceptar la muerte» (S. Freud).
“En realidad los seguros de vida son seguros de muerte” (R. Gómez de la Serna).
“La vida es la novia de la muerte” 
«La vida es la compañera de la muerte. […] Ya que vida y muerte son compañeras, ¿por qué conmovernos por ellas?» (Chuang Tse).
Vida-muerte es una dualidad, luego es superable. Vida-muerte es un continuo y no-es un continuo. Sin muerte no hay vida. Muerte es vida y vida es muerte. Muerte es no-vida y vida es no-muerte. Parafraseando a Lao Dan, en el ser (vida-muerte) está el interés, y en el no-ser (no-vida – no-muerte) está la utilidad. Interés y utilidad son conciencia y transformación interior y exterior, y eso es trascendencia. De donde se deduce que todo callejón sin salida tiene una salida, obviamente evolutiva [aun contando con las teoría de la hipótesis regresiva] (de la Herrán, A.).
Dijo Wang Ni: «‘¡Portentoso ser es el hombre perfecto! […] Vida y muerte les son indiferentes'» (Zhuan zi [o Chuang tse], 1996, pp. 50, 51)
En el Zhuang zi (1996) se recoge esta enseñanza de Confucio a Ran Qiu: «No es la vida causa de la muerte, ni la muerte la que hace perder la vida. Muerte y vida, ¿acaso no dependen una de la otra? Cada una de ellas tiene su propio ser” (p. 229).
«La virtud y el vicio son como la vida y la muerte, o el espíritu y la materia: son cosas que no pueden existir sin ser calificadas por su opuesto» (S. Butler).
«La tragedia de la muerte es que transforma la vida en destino» (A. Malraux).
“¿Quién sabe más que yo, quién, qué hombre o qué Dios puede, ha podido, podrá decirme a mí qué es mi vida y mi muerte, qué no es? Lucho entre este ignorar y este saber es mi vida, la vida y en la vida” (J. R. Jiménez).
«¡Ven, dejemos charlar a los sabios! Nada es cierto, sino que la vida huye. La flor marchita está muerta para siempre. ¡Y todo el resto es locura y mentira! (O. Khayyam).
Entonces, alma, vive a expensas de tu esclavo, y permítele extenuarse para aumentar tus tesoros, compra bienes divinos, vendiendo instantes de escoria, provéete por dentro y no enriquezcas más el exterior.
Así te nutrirás de la muerte, que se nutre de los hombres, y la muerte, una vez muerto, hará luego inmortal a tu ser (W. Shakespeare,1951, p. 2207).
«Oh vida y muerte que un poder desconocido reúne en las profundidades secretas, en el silencio victorioso del alma» (P. Lagerkvist).
“No se conquista la muerte sino con la vida” (J. Martí).
“Los muertos no son más que la semilla, y morir bien es el único modo seguro de continuar viviendo” (J. Martí).
“Los muertos no son más que la semilla, y morir bien es el único modo seguro de continuar viviendo” (J. Martí).
Vida=Muerte
A este fin, conviene incluir la muerte en la vida cotidiana, no como un rechazo de la vida, sino como parte inseparable y necesaria de la vida. Puede penetrar en esta esfera de experiencias, no se trata de hacer consideraciones morbosas -que pertenecerían a un mundo muy distinto y servirían a unos fines muy diferentes-sino de descender al fondo del núcleo del ser en el que encontramos a la vida y a la muerte indisolublemente unidas (Lama Anagarika Govinda, 1991, p. 20). 
Hablando de Confucio, dijo Lao Dan a uno que le llamaban Sin-dedos: «¿Por qué no le habéis hecho comprender que la vida y la muerte son una misma cosa […]?» (Zhuang zi, 1996, p. 74).
Se lee en el libro «Tian rui», del Lie zi (1987):
Zi Gong dijo: «La longevidad es algo querido por el hombre, pero la muerte es por él aborrecida, ¿cómo podéis decir que os es motivo de alegría?» Lin Lei le dijo: «Muerte y vida son como ir y venir, así que, ¡cómo voy a saber que el morir aquí no es nacer en otra parte! ¡Cómo voy a saber que vida y muerte no son lo mismo! (p. 31).
“La vida es el sendero de la muerte; la muerte es el sendero de la vida” (proverbio chino) (en Grupo Anaya, 1994, p.11). 
“La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene” (J.L. Borges).
“La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene” (J.L. Borges).
“Piensa que de algún modo ya estás muerto” (J.L. Borges).
«En resumen, pues, las condiciones de la vida son las condiciones de la muerte. […] La muerte está en el vivir y, como vieron los filósofos del Nirvana, la muerte está en el querer vivir» (E. Morin, 1983, p. 457). 
“Morir es lo mismo que vivir y mejor, si se ha hecho ya lo que se debe” (J. Martí).
“La muerte es una forma oculta de la vida” (J. Martí).
“Como un mar, alrededor de la soleada isla de la vida, la muerte canta noche y día su canción sin fin” (R. Tagore).
“Y si verdaderamente queréis contemplar el espíritu de la muerte, abrid vuestro gran corazón a la vida. Pues la vida y la muerte son una misma cosa, así como el río y el mar son uno” (G.J. Gibrán, 1998, p. 115).

Decía Sri Aurobindo: 
La vida y la muerte son, de hecho, una sola y la misma cosa, y se puede afirmar, según te coloques en distintos puntos de vista, que toda muerte no es más que un proceso y una transformación de la vida, o bien que toda vida no es más que una actividad de la muerte. Ambas son en realidad una misma energía cuya actividad se nos manifiesta bajo dos aspectos complementarios (en Satprem, y L. Venet, 1990, p. 113).
«En el aliento de las rosas respiras la muerte» (A. Pope).
La muerte debe ser algo extraordinario, como lo es la vida. La vida es algo total. El dolor, la pena, la angustia, la alegría, las ideas absurdas, la posesión, la envidia, el amor, la dolorosa desdicha de la soledad… todo eso es la vida.
Y para comprender la muerte tenemos que comprender la totalidad de la vida, no tomar sólo un fragmento de ella y vivir con ese fragmento, como lo hace la mayoría de nosotros. En la comprensión misma de la vida está la comprensión de la muerte, porque ambas no están separadas (J. Krishnamurti, 1994b, p. 7).
¿Qué es morir [para la cultura Maya]? Ahora estudiaremos este punto. Biológicamente todos lo consideran como FIN o TÉRMINO de la vida, sin embargo, también es INICIO de una nueva etapa. La etapa vida después de la vida. Aquí se plantea nuevamente que el FIN es el INICIO de otra etapa. Si se quiere ampliar se podría decir que el nacimiento de un niño es la muerte del estado fetal, y la muerte física es el nacimiento de una nueva vida, independiente del cuerpo físico. Por tanto, no hay fin sin principio ni principio sin fin. Al instante “principio y fin” podría denominarse como, un PASO, un PUENTE. Como podría ser también REPOSO, DESCANSO, COMPÁS DE ESPERA, como lo hemos visto en el proceso del maíz. La semilla en sí es reposo, es final y principio (J. Mucía Batz, 1996, p. 36).
“La muerte es un servicio a la supervivencia de la especie.  La desaparición de las formas de la vida nos parece terrible por nuestra identificación a las formas y nuestra falta de percepción a la Vida” (A. Blay, 1990, p. 110).
“El hombre muere apenas alza las manos” (F. Rielo, 1999, p. 88).
“Nunca está el hombre más cerca de la vida que cuando está cercano su morir” (J. Martí).
Ciclo vida-muerte
“La gente vive, envejece y muere. No hay nada malo en ello” (en A. Casson, y V. Thompson, 1990, p. 275).
“Ya hemos visto […] que la predación representaba, aunque moralmente nos parezca escandalosa, la regla de oro del reino viviente. La vida está fundada sobre una serie cuasi ilimitada de asesinatos interespecíficos” (J. Ruffié, 1988, p. 282). 
Para el taoísmo, apegarse a la vida y espantarse de la muerte no son actitudes acertadas. Ambas son fases del mismo proceso que tiene lugar mientras la esencia (qi) permanece (Agustín de la Herrán).
En zen se dice que la mayor belleza humana es un montón de larvas en un cadáver (T. Deshimaru, 1980). 
«La muerte de la tierra es convertirse en agua; la del agua, transmutarse en aire; la del aire, hacerse fuego; y al contrario» (Heráclito).
El maestro Zhuang zi dice: «Lo bello se considera milagroso y maravilloso, lo feo apestoso y podrido. La verdad es que lo hediondo y putrefacto se convierte en milagroso y maravillas, y éstas, en hediondez y putrefacción» (en Lie zi, 1987, p. 29). 
“Nacer es comenzar a morir” (T. Gautier).
“Nacer es comenzar a morir” (T. Gautier).
 “Nascente morimur: Desde que la vida nace, es siempre morir un poco” (en G. Hernández Rodríguez, 1999, p. 38).
«Todo lo que vive proviene de lo que está muerto» (Platón).
“Toda muerte es principio de una vida” (J. Martí).
“La muerte es júbilo, reanudamiento, tarea nueva” (J. Martí) [R].
“¿Morir no es volver a lo que se era en principio?” (J. Martí).
“Morir no es nada, morir es vivir, morir es sembrar” (J. Martí).
G. Marañón: “Vivir no es sólo existir / sino existir y crear / y no dormir sin soñar, / descansar… / es empezar a morir” / (en G. Hernández Rodríguez, 1999, p. 39).
«La vida es el comienzo de la muerte. La vida sólo existe en función de la muerte. La muerte es a la vez término y principio, separación y unión más estrecha consigo mismo» (F. Novalis).
“La muerte pertenece a la vida, como el nacer. Así el caminar está tanto en levantar el pie como en volverlo a poner en el suelo” (R. Tagore).
Los abuelos [los antepasados mayas] dicen que el niño y el anciano se parecen, el niño gatea, el anciano al no tener fuerzas llega a hacer lo mismo, gatea también. El niño al nacer sale del vientre de la madre, el anciano al morir vuelve al vientre de la madres tierra. De acá se deduce que el nacimiento y la muerte forman parte del ciclo que parte del punto de inicio y vuelve allí (J. Mucía Batz, 1996, p. 35).
Pienso que la forma en la que la vida fluye está mal. Debería ser al revés: Uno debería morir primero, para salir de eso de una vez.
Luego, vivir en un asilo de ancianos hasta que te saquen cuando ya no eres tan viejo para estar ahí. Entonces empiezas a trabajar, trabajar por cuarenta años hasta que eres lo suficientemente joven para disfrutar de tu jubilación. Luego fiestas, parrandas, drogas, alcohol. Diversión, amantes, novios, novias, todo, hasta que estás listo para entrar en la secundaria…
Después pasas a la primaria, y eres un niño(a) que se lo pasa jugando sin responsabilidades de ningún tipo…
Luego pasas a ser un bebé, y vas de nuevo al vientre materno, y ahí pasas los mejores y últimos 9 meses de tu vida flotando en un líquido tibio, hasta que tu vida se apaga en un tremendo orgasmo… ¡¡¡ESO SÍ ES VIDA!!! (“La vida según Quino”, por Quino).
“De los árboles nacen gusanos verdes” (J. Martí, 1965, p. 163).
“Si el grano no muere no hay germinación.  Si uno no muere, no nace” (A. Blay, 1990, p. 110).
La vida es sencillamente movimiento, reproducción celular que se inicia en nuestro planeta al darse determinadas condiciones. El agua y el viento son movimiento. Todos los seres crecen, en su infancia su movimiento es intenso, pero va ralentizándose hasta quedar quietos, sin cerebro, con la muerte, aunque en su descomposición continúan moviéndose hasta transformarse en materia inerte. Los seres vivientes se mueven internamente y si además tienen miembros que permitan su traslación, tienen un cerebro más o menos complejo. Incluso lo que llamamos naturaleza muerta tiene movimiento pero mucho más lento, tanto que para nuestros sentidos y corta vida es imperceptible. El Universo es movimiento continuo a ritmos tan lentos, generalmente, que nos parecen quietud (A. Álvarez, 2005, pp. 20, 21). 
Si cada persona recibiese, a los 20 años, un mensaje sobrenatural que le comunicara, mediante anuncios impresos o sirviéndose de la radio, el día y la hora de su muerte, todos los que supieran que debían morir el 7 de abril de 1960, a las 19.40 h, supongamos, se tenderían la mano desde cualquier parte del mundo. […] Sí, creo que ni las distancias ni las fronteras impedirían, a quienes supieran que iban a morir en el mismo instante, sentirse consanguíneos. Es la muerte, no el nacimiento, lo que nos emparenta (G. Marotta, 1949, p. 196) (en R. Mantegazza, 2006).
Orientación para la escritura y la poesía
«Escribo para que la muerte no tenga la última palabra» (O. Elytis)
“Si no fuese por la muerte, casi no habría poesía en la vida” (A. Graf).
«La poesía es la impresión de estar siempre en contacto con la muerte» (H. Böll).
«Los poetas no comienzan a vivir hasta que mueren» (U. Foscolo).
«Cuando mi voz calle con la muerte, mi canción te seguirá hablando con su corazón vivo» (R. Tagore). 

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